Soy ateo teórico desde que tengo uso de razón. Pero… ¿qué es dios?
En la cultura occidental, el término «Dios» normalmente se ha referido al concepto teísta de un ser supremo, diferente de cualquier otro ser. El teísmo clásico afirma que Dios posee toda posible perfección, incluyendo cualidades tales como la omnisciencia, la omnipotencia y la total benevolencia, y que es providente con su creación. Sin embargo, esta definición no es la única posible definición de Dios.
Aunque hoy me centraré en Dios, se puede cambiar la palabra Dios por alma, karma o cualquier otro tipo de creencia creada por el hombre y este artículo sería válido.
Yo soy ateo teórico, proveniente del escepticismo científico, que se basa en el pensamiento crítico y se opone a afirmaciones que carezcan de prueba empírica verificable y contrastada.
Veamos los argumentos para defender la existencia de Dios:
Argumento cosmológico
Es también conocido como argumento de primera causa sobre la existencia de Dios, o el argumento del creador primario.
Parte de la premisa de que todo tiene una causa. Por lo tanto, si todo tiene una causa, ninguna causa podrá crearse a sí misma, convirtiéndose todo en una cadena de causas y efectos, la cual tendrá un principio, y ese principio es Dios.
El problema de este argumento está claro. Si parte de la premisa de que todo tiene una causa… ¿dios tiene una causa? la respuesta que han dado los filósofos teístas es que dios causa sin ser causado, por ser un ser divino.
Pero esto es una falacia, veamos su explicación:
Dios causa sin ser causado porque es un ser divino. ¿Por qué es un ser divino? porque causa sin ser causado.
Quinque viae
Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino.
Las tres primeras ellas son “el argumento del primer motor inmóvil”, “la causa eficiente” y “el argumento de la contingencia”. Todas ellas son similares al “argumento cosmológico”, y como hemos visto, recae en una falacia con facilidad. La primera se centra en la movilidad del universo, la segunda en la eficiencia de la materia, y la tercera en la existencia de la materia.
La cuarta vía es “el argumento de los grados de perfección”. Este argumento se centra en los grados de medición de la materia: en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores —, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra perfección. A esto le llamamos Dios.
Este argumento parte de la existencia de la perfección en la materia real. Y lo define como el máximo exponente de un género. En ese caso, el negro sería la perfección de la oscuridad. Partiendo de una premisa completamente inválida (ya que el máximo exponente de un género no es su perfección ni su definición si quiera) la extrapola a dios y a la causa de existir de todos los seres, volviendo a utilizar el argumento cosmológico.
El negro no es la perfección de la oscuridad, al igual que partir de que toda la oscuridad proviene del negro o que todo el calor viene del fuego es completamente incorrecto.
De igual forma, la existencia de las cosas no viene de Dios.
Por último, Aquino presenta “el argumento teleológico”: argumenta que la existencia de regularidades y ordenamientos complejos en la naturaleza llevan a pensar que un artífice inteligente las ha dispuesto de esa manera. Este argumento se basa en el concepto de finalidad: si todo tiene un fin, debe de haber algo o alguien que haya ordenado y predispuesto todo eso para que siempre sea de esta forma, y ese alguien es el fin absoluto, es dios.
Partiendo de que nada tiene fin, toda la materia se convierte y transforma, no desaparece, y de que Charles Darwin le llevó un poquito la contra con eso de la evolución, podemos asegurar que Tomás de Aquino estaba equivocado.
Argumento ontológico
El argumento ontológico ha sido siempre un muy controvertido tema de la filosofía, no por pretender probar la existencia de Dios, sino por el modo en que lo hace.
Esta polémica surge del hecho de que el argumento analiza el concepto de Dios y afirma que el propio concepto implica la existencia de Dios. Si podemos concebir un Dios, entonces, razona, este debe existir.
Este argumento no ofrece premisa alguna a la demostración más allá de cualidades inherentes a la proposición no demostrada, conduciendo a un argumento circular en el que las premisas se basan en las conclusiones, las cuales a su vez se basan en las premisas, conformando una falacia por petición de principio circular muy clara y obtusa.
Kant ofreció una serie de argumentos separados pero interconectados en contra del argumento ontológico, apoyándose en los conceptos de juicios sintéticos y analíticos.
Si decimos que la existencia es parte de la definición de Dios (lo cual tomamos por un juicio analítico), entonces simplemente nos estamos repitiendo al afirmar que Dios existe, sin aportar juicio sintético alguno que pudiera añadir nueva información respecto a la existencia de Dios.
Kant afirma que «existir no es obviamente una afirmación real», y que no puede ser parte del concepto de algo. Esto es, que decir que algo es o existe no es decir algo de un concepto,
La apuesta de Pascal
La apuesta de Pascal es un argumento creado por Blaise Pascal en una discusión sobre la creencia en la existencia de Dios, basado en el supuesto de que la existencia de Dios es una cuestión de azar. El argumento plantea que, aunque no se conoce de modo seguro si Dios existe, lo racional es apostar que sí existe, debido a que:
- Puedes creer en Dios; si existe, entonces irás al cielo.
- Puedes creer en Dios; si no existe, entonces no ganarás nada.
- Puedes no creer en Dios; si no existe, entonces tampoco ganarás nada.
- Puedes no creer en Dios; si existe, entonces no irás al cielo.
Obviamente, la mejor opción es la 1, la 2 y la 3 no te aportan nada, y la 4 es la peor.
El argumento es simplemente absurdo y está bastante refutado por Mario Bunge, Richard Dawkins y George Smith. Éste último, formuló otra apuesta, la llamada apuesta de Smith, y llegó a la conclusión de que lo racional es apostar por el ateísmo, debio a que:
- Puedes no creer en Dios; si no existe, ahorraste mucho tiempo de tu vida
- Dios creó el Universo y luego lo dejó a su suerte, sin intervenir en él.
- Dios existe y es benevolente: aunque no hayas creído en él, irás al cielo.
- Dios existe y es malo: en ese caso, ¿de qué te sirve haber creido en él?
En las cuatro opciones la mejor opción es no creer en dios.
El milagro como argumento
Según el cristianismo, un milagro es en sí un hecho sobrenatural en el cual se manifiesta el amor de Dios hacia los seres humanos.
En el caso del Nuevo Testamento se encuentra una gran cantidad de milagros, principalmente aquellos realizados por Jesús.
Hablando de los milagros mismos, científicamente, se pueden hacer hipótesis que buscan explicar un determinado fenómeno, para demostrar o no una explicación al suceso por medio de un experimento. El problema es que, muchos de los que afirman la existencia de milagros, suelen no efectuar un análisis serio antes de concluir que algo no tiene explicación. Además, parece para muchos una contradicción lógica afirmar que a “algo que no tiene explicación científica” pueda atribuírsele una “explicación sobrenatural”.
La carga de prueba de los milagros está del lado del creyente, no del escepticista.
Cada uno de los siguientes argumentos tiene por objeto mostrar que las características que describen y/o definen a Dios (o a los dioses), posiblemente no responden a la realidad, al carecer intrínsecamente de sentido, ser contradictorias en sí mismas, o hallarse en contradicción con hechos científicos o históricos conocidos. Es decir, que no hay suficientes razones para creer en un Dios o dioses.
Argumento de las revelaciones inconsistentes
En él se afirma que es incierto que algún dios exista porque muchas religiones en la historia, así como teólogos y creyentes han creado revelaciones que son mutuamente excluyentes. En la respuesta a la pregunta de la existencia de Dios hay que tener en cuenta a los dioses en que potencialmente se fundan todas las religiones.
Los cristianos creen que Jesús es el salvador del mundo e hijo de Dios, los judíos no. Los musulmanes creen que el Corán tiene autoridad divina, mientras judíos y cristianos no. El cristianismo, por ejemplo, tiene varias ramas, no todas compatibles entre sí.
Si la existencia de algún dios es cierta, hay un cierto número de fes distintas que se excluyen entre sí. No hay forma de saber cual de ellas es la correcta. Si existen más de 100 religiones, tienes menos del 1% de probabilidad de haber escogido la correcta.
El problema del mal
Partiendo de que dios existe y es omnipotente (puede evitar el mal), omnisciente (conoce el mal y cómo surge) y omnibenevolente (querría evitar todos los males). Un ser que conoce cada forma en que el mal pueda originarse, es capaz de prevenir su existencia, y quiere hacerlo, prevendría la existencia del mal. Pero el mal existe, por lo tanto dios no existe.
Los teístas se defienden con el castigo del mal, el justo por pecadores y la negación de la omnibenevolencia.
Argumento del mal diseño
Los seres vivos y la naturaleza tienen características que hacen que no sean perfectos. Por lo que o bien dios no creó esos organismos o bien no es omnipotente, omnisciente y omnibenevolente.
La vida y naturaleza viene regulada por la selección natural y no es resultado del creacionismo o de un diseño inteligente.
Argumento de la no creencia
La premisa del argumento es que si dios existiera (y quisiera que la humanidad lo supiera), habría creado una situación en la que cualquier persona razonable creyera en él; sin embargo, existen personas razonables que no creen en dios, lo que apunta contra la existencia de dios.
La tetera de Russell
Esta analogía es fantástica, escrita por Bertrand Russell:
La navaja de Ockhamn
Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.
Dado que teorías naturales (es decir, que no recurren a lo sobrenatural) explican adecuadamente el desarrollo de la religión y la creencia en los dioses, la existencia real de tales agentes sobrenaturales es superflua y puede prescindirse de ella, a no ser que se demuestre su necesidad para la explicación del fenómeno religioso.
La paradoja de la omnipotencia
Esta paradoja analiza el tema de si un ser omnipotente podría o no realizar una acción que limitara su propia habilidad para realizar acciones. El argumento indica que si ese ser puede ejecutar tales acciones, entonces puede limitar su propia habilidad para ejecutar acciones y por lo tanto no es capaz de ejecutar todas las acciones, y si no puede limitar sus propias acciones, entonces nunca habría sido capaz de ejecutar todas las acciones.
Una versión de la paradoja de la omnipotencia es la llamada paradoja de la piedra: «¿Puede un ser omnipotente crear una piedra tan pesada que aún ese ser no pueda levantarla?» En dicho caso, parecería que el ser dejaría de ser omnipotente; en caso contrario, el ser no era omnipotente como se indicaba en un principio.
El problema del infierno
El Problema del Infierno es un argumento contra la existencia de Dios basado en un dilema ético que básicamente, dice que el infierno es un castigo extremo e injusto, y que es imposible que un dios bondadoso y misericordioso lo permita.
Los defensores de esta tesis suponen que cualquier dios capaz de condenar a sus hijos la tortura no posee las cualidades de un padre, y que además, denota actitudes inhumanas como sadismo, crueldad, ferocidad, saña, perversión, revanchismo, falta de compasión, etc. Por lo tanto, “no se puede ser un padre amoroso y un sádico sediento de sangre al mismo tiempo”.
El libre albedrío
La omnisciencia y el libre albedrío son incompatibles y que cualquier concepción de dios que incluya ambas propiedades es, por lo tanto, contradictoria. El argumento se focaliza en la incoherencia de que las personas tengan la capacidad de libre albedrío o, incluso que dios tenga libre albedrío.
No-cognitivismo teológico
El argumento del no-cognitivismo teológico se basa en que el lenguaje religioso, y concretamente palabras como “Dios”, carecen de significado cognoscible.
Si no se puede demostrar, no es cognoscible, y si no es cognoscible, no podemos percibirlo y por lo tanto no existe.
Argumento de ausencia de razón
El argumento de la ausencia de razón trata de demostrar que un ser omnipotente y omnisciente no tendría ninguna razón para actuar de una manera determinada, en particular mediante la creación de un universo, dado que no tendría necesidades, querencias o deseos, ya que conceptos tales son propia y subjetivamente humanos. Esto entraña una contradicción con el hecho de existir el universo; por lo tanto, un Dios omnipotente no puede existir.
Inducción histórica
El argumento de la “inducción histórica” concluye que, dado que la mayoría de las religiones teístas a lo largo de la historia (por ejemplo, la religión del Antiguo Egipto, o la antigua religión griega), tanto como sus dioses, finalmente han llegado a ser consideradas falsas o absurdas, todas las religiones teístas, incluidas las contemporáneas lo son, siguiendo un razonamiento inductivo.
El Big Bang
El Big Bang…, esa gran explosión… aunque en cierto modo no puede haber sido grande ya que se produjo exactamente antes del surgimiento del espacio-tiempo, habría sido el mismo big bang lo que habría generado las dimensiones desde una singularidad; tampoco es exactamente una explosión en el sentido propio del término ya que no se propagó fuera de sí mismo.
Hay muchas muchísimas evidencias de la existencia de este fenómeno.
Aunque también hay problemas, pero la ciencia sigue avanzando en el buen camino.
Basándose en medidas de la expansión del Universo, en función de la variación de la temperatura en diferentes escalas en la radiación de fondo de microondas y en función de la correlación de las galaxias, la edad del Universo es de aproximadamente 13,7 ± 0,2 miles de millones de años.
Es notable el hecho de que tres mediciones independientes sean consistentes, por lo que se consideran una fuerte evidencia del llamado modelo de concordancia que describe la naturaleza detallada del Universo.
El universo en sus primeros momentos estaba lleno homogénea e isótropamente de una energía muy densa y tenía una temperatura y presión concomitantes. Se expandió y se enfrió, experimentando cambios de fase análogos a la condensación del vapor o a la congelación del agua, pero relacionados con las partículas elementales.
Aproximadamente 10-35 segundos después del tiempo de Planck un cambio de fase causó que el Universo se expandiese de forma exponencial durante un período llamado inflación cósmica. Al terminar la inflación, los componentes materiales del Universo quedaron en la forma de un plasma de quarks-gluones, en donde todas las partes que lo formaban estaban en movimiento en forma relativista. Con el crecimiento en tamaño del Universo, la temperatura descendió.
Al enfriarse el Universo, la materia gradualmente dejó de moverse de forma relativista y su densidad de energía comenzó a dominar gravitacionalmente sobre la radiación. Pasados 300 000 años, los electrones y los núcleos se combinaron para formar los átomos. Por eso, la radiación se desacopló de los átomos y continuó por el espacio prácticamente sin obstáculos. Ésta es la radiación de fondo de microondas.
Al pasar el tiempo, algunas regiones ligeramente más densas de la materia casi uniformemente distribuida crecieron gravitacionalmente, haciéndose más densas, formando nubes, estrellas, galaxias y el resto de las estructuras astronómicas que actualmente se observan. Los detalles de este proceso dependen de la cantidad y tipo de materia que hay en el Universo.
El origen de las especies, de Charles Darwin
Una prueba biológica, fundada en Darwin, es la comprobación de que el ADN del chimpancé y el humano tienen más de un 99% de elementos en común, con el agregado de los numerosos hallazgos, en el registro fósil, del linaje completo humano, desde el Australopitecus hasta el Homo habilis, el Homo ergaster, Homo erectus, Homo heidelbergensis, Homo neanderthaliensis, Homo floresiensis, Homo rhodesiensis y finalmente Homo sapiens.