Hoy quiero enfrentar a moral y al utilitarismo en el ring de la pena capital, primero pasando por algunos datos sobre la pena de muerte, exponiendo argumentos a favor y en contra y sintetizando mi opinión sobre un tema tan polémico como amplio a lo largo de la historia.
La pena de muerte pasa por un momento de desaprobación histórica, ya no existe prácticamente en Europa, excepto en Bielorrusia; y en Oceanía, los países más importantes la suprimen.
En América hay más variedad, en latinoamérica está prácticamente abolida, solamente Bahamas, Guyana, Jamaica, Trinidad y Tobago y algunas de las Pequeñas Antillas continúan aplicándola. Pero en el centro de américa y EEUU es una práctica habitual: al completo excepto Michigan.
Por otra parte, en África solo quedan Botsuana y Zambia. Pero lo increíble llega en Asía, países como China, Japón, India, Corea del Sur, Taiwan y otros países que están pasando por la Primavera Árabe.
En cuanto a los países exorbitantes, como Irán, Arabia Saudí y Corea del Norte, es el pan de cada día.
Todos estos datos deben de ir siempre acompañados de cual es el pecado capital que se produce en cada país para que la pena capital sea llevada a cabo. En la mayoría de países esto ocurre cuando el pecado capital es parricidio, asesinato “famoso” u homicidio “famoso” (con “famoso” quiero decir que ha transcurrido mucho en la sociedad del país).
Aunque también hay otros casos:
- robo de bancos (Arabia Saudita);
- secuestro (Guatemala);
- tráfico de personas (China);
- fraude fiscal grave (China);
- robo con resultado de muerte (Estados Unidos);
- violación (China, Arabia Saudita);
- utilización ilegal de armas de fuego (Singapur);
- ataques terroristas a instalaciones petroleras (India);
- tráfico de drogas, posesión de drogas en cierta cantidad (Indonesia, Arabia Saudita, Malasia, Singapur, Tailandia, Taiwán);
- fabricación y venta ilegales de alcohol (India);
- corrupción de funcionarios (China, Irak hasta la caída de Sadam Hussein);
- proxenetismo (Arabia Saudita);
- actos homosexuales masculinos, aún realizados en privado, aunque sean entre mayores de edad y consentidos (Irán, Arabia Saudita, Yemen, Sudán, Mauritania);
- adulterio (Arabia Saudita, Irán, Afganistán);
- abandono del Islam (Afganistán, Irán, Yemen, Mauritania, Pakistán, Catar, Arabia Saudita, Somalia, Sudán);
- blasfemia y brujería (Arabia Saudita);
Y a estos datos hay que sumarle la forma de ejecución, que según Amnistía Internacional, en 2011 triunfaron:
- Decapitación (Arabia Saudí).
- Ahorcamiento (Afganistán, Autoridad Palestina-Gaza, Bangladés, Corea del Norte, Egipto, Irak, Irán, Malasia, Sudán del Sur y Sudán).
- Inyección letal (China, Estados Unidos y Taiwán).
- Fusilamiento (Autoridad Palestina, Bielorrusia, China, Corea del Norte, Emiratos Árabes Unidos, Somalia, Vietnam y Yemen).
La silla eléctrica y las cámaras de gas ya salieron del mapa estadounidense. En cualquier caso, el sufrimiento derivado de la pena de muerte y la crueldad de la misma no sólo se deriva de su método de ejecución, sino también de la lógica angustia previa del condenado y sus allegados, por lo que la presunta “humanización” de la pena capital por utilizar un sistema u otro es muy relativa.
La decisión del Judicial Committee of the Privy Council (dentro del sistema interamericano de derechos humanos) en el caso Pratt and Morgan, reconoció que la ejecución tras un retraso de más de cinco años contados a partir de la condena podía constituir “trato cruel e inhumano”, remediable a través de la conmutación de la pena.
Estos son los datos actuales, pero… ¿por qué en unos países si y en otros no? Supongo que por garantismo y cultura moderna.
Veamos ahora unos cuantos argumentos a favor de la pena de muerte:
Rosseau defendía la pena capital, y si algo es cierto, es que el contrato social que todos firmamos al nacer en una determinada zona nos permite que la sociedad nos brinde garantías, pero… ¿y cuándo rompemos ese contrato?
Aquí entraría en juego una dura lucha entre el consuelo y el derecho a la vida de todos.
¿Es moralmente positivo matar a alguien que hizo algo malo para asustar a los que quieran hacer eso? Sin duda puede llegar a ser bastante efectivo, pero… ¿el fin justifica los medios?
Bien es cierto que un líder criminal, desde la cárcel, puede seguir comunicándose con su “tribu urbana” y cometer crímenes a distancia. Por no hablar de los que cometerá dentro de la cárcel.
Quizás los motivos económicos no deberían de ser un motivo, o quizás sí, porque tampoco es racional que la sociedad víctima del criminal lo mantenga de por vida, mientras otros ciudadanos pasan hambre o no tienen dinero para tratarse su enfermedad.
Veamos ahora unos cuantos argumentos en contra de la pena de muerte:
Obviamente no vamos a entrar ahora en si la muerte es el mal absoluto o el principio de otra vida, pero si debemos de tener en cuenta que algo que es inmoral hoy en día, puede no serlo mañana o viceversa. Ejemplos como la homosexualidad, que a principios de la humanidad era algo completamente normal y posteriormente, con los fascismos, totalitarismos y absolutismos se convirtió en delito. Hoy en día está relativamente aceptado en la sociedad.
Se debe de concluir, de que la moralidad y la inmoralidad es subjetiva, la moral es esclava de la educación, educación que te imparten otros ciudadanos. La moralidad es un ciclo sin más. Por lo tanto, ¿es válido como argumento la moral frente al consuelo?
Aquí dejamos la moral a un lado para pasar al poder ejecutorio del estado, un argumento irreprochable.
¿Venganza? ¿justicia?
Hay que tener claro que se debe de tomar un camino, o el de la rehabilitación o el de las penitencias.
En mi opinión, un país debe de intentar rehabilitar a todos los delincuentes, sin penitencias crueles e inhumanas.
Un sistema judicial justo es aquel en el que los criminales van a la cárcel a rehabilitarse, y solo saldrán cuando estén realmente rehabilitados; mientras ese estado mental no llegue, permanecerán encerrados, y solo cuando un criminal sea completamente imposible rehabilitarlo en la sociedad aprobaré la pena capital, lo más digna posible, porque el poner en libertad a esas personas por haber pasado unos años encerrados sin rehabilitarse terminaría con la libertad de los demás. ¿Por qué no dejarlo encerrado para siempre? Es entonces cuando Rousseau tiene razón para mi, si no cumples el contrato con esta sociedad de rehabilitarte, no mereces el derecho a que la sociedad te mantenga con vida, o lo que es parecido, trabaja para seguir con vida, lo que llamaríamos utilitarismo.